Venablos de ira, de Ney Antonio Salinas. Chiapas Noir (II)
Desde hace décadas nuestro México lindo y querido ha sido víctima de la presencia del crimen organizado. Gracias a la cultura popular, esta modalidad delincuencial se ha asociado con la región norte. Narcocorridos, películas, series, etcétera, han retratado la figura del narcotraficante como parte indivisible del septentrión mexicano, pero la realidad se ha encargado de demostrarnos que esa pérfida semilla germina en todas partes. Desde las calles cubiertas de smog de la Ciudad de México hasta la exuberante frontera sur. Y la violencia asociada a estas bandas criminales ha cambiado para siempre la forma de vida allá donde esta mala hierba florece. Tal circunstancia ha generado que muchos escritores hayan optado por el género negro para reflejar esa espantosa realidad que padecen como una forma de catarsis. En el norte dicha literatura tiene al menos tres décadas de presencia derrochando balas y sangre hechos de papel y tinta, pero el sur, pese a sus añejos problemas de violencia, se