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Mostrando entradas de junio, 2010

Cuento de hadas

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Érase una vez, en un reino muy, muy lejano... Una bella princesa se encontraba cautiva en la torre más alta de un castillo ubicado en la región más remota del reino. Era custodiada por un fiero y aterrador dragón. Durante años, muchos valientes caballeros intentaron rescatarla, pero invariablemente todos perecían a manos de la gran bestia guardiana. Por eso la princesa siempre se encontraba triste, añorando a un valiente guerrero que pudiera salvarla y le enseñara lo que es el verdadero amor... Un día, apareció un joven príncipe, famoso por su galanura y su destreza con la espada. A sus oídos habían llegado noticias de la princesa cautiva, por lo que su hambre de amor y aventuras se avivaron y rápidamente emprendió el viaje en busca de la damisela en apuros. Una vez frente a la prisión lo único que lo separaba de la princesa era el dragón. Fue una batalla épica de la cual hablaron los trovadores durante generaciones. El dragón luchó como nunca pero al final terminó vencido por l

La adicción de un detective

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Alguna vez un profesor que tuve en la universidad me dijo que un texto comienza cuando el autor coloca el punto final al mismo, cuando cae en manos de los lectores y estos se encargan de (re)construirlo a su gusto según sus propias experiencias y vivencias. Ni que decir cuando dichas obras, y sobretodo, sus personajes caen en manos directores y productores de cine. Muchos son los personajes literarios cuyas andanzas cinematográficas son igual o mayores en celuloide que en su original en papel: Drácula, Tarzán, los tres Mosqueteros, y en especial Sherlock Holmes, aquel detective alto y enjuto, de nariz aguileña, mirada aguda e inteligencia extraordinaria; bohemio, misántropo, y... drogadicto . Justamente después de ver nuevamente la película de Sherlock Holme s (2010) de Warner Bros., sobre el mítico detective (encarnado por Robert Downey Jr.), recordé una polémica que surgió a raíz de esta “actualización” del personaje creado por Conan Doyle. Hay muchas, digamos, discrepancias entre