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Mostrando entradas de marzo, 2019

Curiosidades (3): “Accidente premeditado”, de José Huerta.

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Por la naturaleza de nuestro país y un tipo de criminalidad especialmente propensa a la violencia extrema, no es raro que el tipo de literatura policial que ha predominado en las letras nacionales sea la novela negra o hardboiled, cuyas características distintivas siempre han sido un crudo realismo y una violencia descarnada. No obstante, eso no significa que no se hayan producido otras variantes del género, como por ejemplo la novela de enigma al más puro estilo de la escuela británica. Las primeras muestras de policíaco en México, de hecho, se apegaban a esta fórmula. Autores como Enrique F. Gual, Antonio Helú, María Elvira Bermúdez y el Rafael Bernal de los primeros años, son los máximos representantes de la novela de enigma mexicana, pero no significa que sean los únicos. Hay otros autores mucho menos conocidos que igualmente probaron suerte en dicha vertiente. Tal es el caso de José Huerta y su Accidente premeditado (Plaza y Janés, 1986) que analizaremos a continuación.

Curiosidades (2): “De Madrid al cielo”, de Juan García Ordoño.

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Desde hace varios años tengo un compromiso auto-impuesto de leer toda literatura negra/policial escrita en México. En primer lugar, por una afición por este género que me viene desde la adolescencia y, en segunda instancia, por solidaridad con el gremio al que ahora yo también pertenezco. Es por ello que leo todo libro que cae en mis manos de autores nacionales, tanto conocidos como desconocidos. Estos últimos suscitan en mí un interés particular porque durante muchos años el género vivió bajo estigmas como el de ser “subliteratura” y otras etiquetas igual de despectivas, por lo cual muchas obras quedaron fuera del radar de los lectores al no recibir ningún tipo reconocimiento de parte de la crítica tradicional (y tradicionalista), olvidándose algunas obras excelentes. Desde luego, también hay libros que aunque tienen cierto interés, comprendes muy bien porque han sido olvidados. Es el caso de la novela analizada en este texto: De Madrid al cielo (Promexa, 1994), de Juan García