Curiosidades (3): “Accidente premeditado”, de José Huerta.






Por la naturaleza de nuestro país y un tipo de criminalidad especialmente propensa a la violencia extrema, no es raro que el tipo de literatura policial que ha predominado en las letras nacionales sea la novela negra o hardboiled, cuyas características distintivas siempre han sido un crudo realismo y una violencia descarnada. No obstante, eso no significa que no se hayan producido otras variantes del género, como por ejemplo la novela de enigma al más puro estilo de la escuela británica. Las primeras muestras de policíaco en México, de hecho, se apegaban a esta fórmula. Autores como Enrique F. Gual, Antonio Helú, María Elvira Bermúdez y el Rafael Bernal de los primeros años, son los máximos representantes de la novela de enigma mexicana, pero no significa que sean los únicos. Hay otros autores mucho menos conocidos que igualmente probaron suerte en dicha vertiente. Tal es el caso de José Huerta y su Accidente premeditado (Plaza y Janés, 1986) que analizaremos a continuación.

Esta novela nos cuenta las andanzas del profesor Arquímedes Baroja Cipactonal, quien se ve involucrado en un caso de asesinato que se ha querido hacer pasar por un accidente. Gracias a su agudeza y gran cultura, el detective improvisado logra resolver el misterioso crimen cuya clave se encuentra en una sinfonía de Mozart y el calendario azteca. La novela sigue punto por punto los elementos típicos de la novela de enigma: espacios cerrados, un amplio grupo de sospechosos y un investigador con grandes capacidades de raciocinio. Como elementos a destacar está su crítica social a la clase burguesa, algo poco habitual en este tipo de ficción policial y un protagonista que a pesar de hacer constante alarde de su erudición jamás llega a resultar cargante. Posee una prosa limpia y eficaz, pero que a veces resulta un poco artificiosa en ciertos diálogos (aunque tienen la particularidad de que en cierto punto rompen la cuarta pared). Sus personajes son tópicos y algo planos, pero en este tipo de obra es algo habitual. El verdadero problema de la novela viene de su ritmo, que es sumamente lento. El autor constantemente detiene la acción para hacer sesudas disertaciones sobre diversos temas que se extienden durante varios capítulos y aunque no son para nada gratuitas (pues todas tienen relación con la trama) hacen sumamente pesada la lectura y te hacen preguntarte si no habría formas más orgánicas de introducir esa información sin necesidad de que a ratos el libro parezca un tratado sobre música, antropología o psicología. Además de que esa lentitud choca con un acelerado tramo final que deja la impresión de que el autor pudo tomarse más su tiempo para cerrar de manera menos atropellada la historia.

Podríamos concluir que Accidente premeditado es una novela de enigma correcta, cuyas virtudes se van a traste por una erudición que si bien es necesaria por ser parte de la clave para resolver el misterio, no logra integrarse de manera adecuada en la narración lo que ocasiona que se vuelva una lectura pesada y aburrida por momentos, lo cual es imperdonable en una novela policíaca. Es interesante como curiosidad filológica, pero es un libro perfectamente prescindible.

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