Sobre terrorismo y el Joker



Recuerdo ese verano de 2008 cuando tras una virulenta campaña publicitaria por fin me planté en el cine para ver la, en ese entonces, nueva película de Batman, The Dark Knight, con muy bajas expectativas tras los fiascos de Spider-Man 3 y X-Men 3. Además como un fiel seguidor del universo del Hombre Murciélago me resistía a la idea de una nueva versión del Joker con la imagen imborrable en mi cabeza de Jack Nicholson del filme de Tim Burton. Aún así hice de tripas corazón, como luego dicen, y me arrojé una vez más a las calles de Gotham City. Tras salir del cine mi asombro no tenía límite. Ya no podía, y creo que nunca podré, apartar la imagen de este Joker como EL Joker definitivo.

Todo esto viene a cuento porque hace un tiempo tuve un interesante debate con un amigo sobre dicha película. En específico sobre el personaje del Joker (interpretado por el desaparecido Heath Ledger). Esta discusión se inició por ser mi amigo la única persona que he conocido (imagino que debe haber muchas que no conozco), que no le convenció la encarnación del famoso villano de Batman. Básicamente, su argumento es que no le gusta la perspectiva, del director y coguionista Christopher Nolan, del personaje como una especie de genio terrorista ya que considera que va contra la esencia del personaje, es decir, la de mafioso bufonesco y psicópata que él identifica en los cómics, pero sobre todo, en la serie animada de los años noventa. Además le causa urticaria la escena del video del Joker donde tortura y mata a uno de los imitadores de Batman, pues considera que son sospechosamente parecidos a los videos de los fundamentalistas islámicos, y que no son sino una muestra de la propaganda gringa en contra de sus enemigos al equiparar la demencia del Joker con la de los terroristas.

Sus argumentos son razonables y hasta cierto punto justificados. Ciertamente Hollywood siempre ha sido un medio de propaganda más o menos sutil. En la actualidad el gran boogie de la sociedad norteamericana es el terrorismo islámico, como antes lo fueron los comunistas durante la guerra fría o los países del eje durante la Segunda Guerra Mundial (y todo apunta que tras la muerte de Bin Laden serán los cárteles de la droga mexicanos). Y en buena cantidad de su cine siempre se muestran como los buenos y a todo el que no esté de acuerdo con su perspectiva del mundo como los malos. Hasta ahí nada que discutir. Sin embargo, creo que el caso particular de The Dark Knight no concuerdo con sus objeciones. Primero, aunque no es su constante, el Joker sí que ha cometido muchos actos (o lo ha intentado, al menos) que pueden ser considerados terroristas en sus múltiples versiones. Me viene a la mente el final de Batman Año Uno en el que James Gordon comenta que un “loco amenazó con envenenar la reserva de agua de Gotham City. Se hace llamar el Joker”; además de esto en la serie animada (de la que mi amigo es tan fiel seguidor) en el episodio Harlequinade roba una bomba nuclear y amenaza con desaparecer la ciudad; en la serie Gotham Central tirotea a varias figuras públicas del gobierno, entre ellas el alcalde, y coloca una bomba en un centro comercial en plenas fiestas navideñas. Y estos son sólo tres ejemplos de varios más.

Ahora bien, con respecto a lo de los videos, yo tampoco creo que sea coincidencia que su formato sea igual al que utilizan los terroristas auténticos. La diferencia es que considero que fue hecho precisamente como crítica a esa actitud propagandística común del cine norteamericano. Es decir, no afirmo que su objetivo sea, en general, de tipo panfletario y que busque mostrar la superioridad del estilo de vida estadounidense, sino simplemente aprovecharse de la paranoia generalizada (y globalizada) hacia el terrorismo islámico para fines puramente comerciales antes que políticos. Que el terrorista sea el villano de moda en el cine hollywoodense no es sino simple y vil oportunismos mercadológico.  Por ello si el cine muestra a policías, las agencias de inteligencia e incluso a superhéroes luchando en la ficción contra un miedo “real” de la población americana sirve de paliativo a esa psicosis y por consecuencia se vuelven productos más lucrativos. Y esto no sólo se ve en el cine, a partir de la invasión de EE.UU. a Afganistán los vehículos producidos en ese país comenzaron a tener diseños más “grandes”, casi de pequeños tanques, para brindar inconscientemente una sensación de seguridad a los compradores.

Ahora bien, cabe puntualizar que la identificación del Joker con la figura del terrorista en la película siempre es hecha por los otros personajes, jamás por él mismo, quien prefiere autodenominarse como un agente del caos. Es aquí donde encontramos el primer indicio de las verdaderas intenciones del director y su planteamiento encarnado por el Joker y su filosofía.  Tanto las autoridades como el propio Batman lo llaman terrorista, sin embargo la crítica de Alfred hacia su amo, en la cual opina que no comprende a ese hombre que “sólo quiere ver al mundo arder” es en realidad una crítica a la sociedad americana que son incapaces de entender cualquier fenómeno de violencia encerrado ya sea en el concepto de terrorismo o cualquier otro y su tendencia a simplificarlo y por ende a trivializarlo de forma peligrosa. Los actos terroristas siempre tienen un fin político y es mucho más complejo que una simple acción malvada, cómo ha pretendido presentarlo el gobierno norteamericano. El joker, con su humor negro, se burla de esa incomprensión sobre el fenómeno de violencia que él representa. Es una parodia de los peores defectos de la humanidad, de su naturaleza caótica que surgen como respuesta a la fuerza del orden que encarna Batman. Su batalla es una lucha de fuerzas elementales: una fuerza imparable enfrentada a un objeto inamovible; y el resto de los personajes, simples mortales, incapaces de comprenderlo lo trivializan con una etiqueta que utilizan para definir otro fenómeno violento que tampoco son capaces de comprender: la de terrorismo.

En conclusión, considero que la presencia del Joker sirve al director como un elemento para denunciar uno de los peores defectos de la raza humana: la irreflexión. El no tratar de comprender a alguien como Joker, como los terroristas islámicos y en general cualquier fenómeno de violencia y sólo reaccionar a ellos sirve únicamente para aumentarla y que ésta se siga perpetuando en un gran círculo vicioso. Por eso no es de extrañar que al final de la película de Nolan el Joker siga riendo al último. 



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