¡Esto es un complot! ¡Pinche homenaje!
Nadie puede negar que
la literatura mexicana ha parido grandes nombres en los anales de dicho arte:
Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Vicente Leñero, José Emilio Pacheco y
un larguísimo etcétera. Sin embargo cuando hablamos de grandes personajes
literarios la cosa ya no parece tan diáfana. Claro, puede uno echar mano de Pedro
Páramo, tal vez Artemio Cruz y… Filiberto García. Así es, en 1969 un curioso
escritor y diplomático (entre otras cosas) publicó una novela que cambiaría
para siempre el panorama literario nacional: El complot mongol. En este libro asistimos al alumbramiento de la
novela negra en nuestro país. Bernal nos presenta un relato descarnado de la
corrupción del gobierno nacido de la revolución y que tiene como protagonista a
un pistolero al servicio del régimen encargado de desentrañar una intriga internacional
en el triste y diminuto barrio chino de la ciudad de México; violento, cínico y
al mismo tiempo entrañable, este anti-héroe ya forma parte del imaginario de
las letras nacionales como uno de sus grandes entes de ficción.
En 2015 se cumplió el
centenario del natalicio de Rafael Bernal y esto conllevó una serie de charlas
y homenajes a su figura y a su obra. Entre estos destaca un singular proyecto
encabezado por Bernardo Fernández, Bef, dibujante y autor de novela negra (uno
de los nietos literarios de Bernal, como él mismo se denomina). Bef tuvo la
feliz idea de hacer una antología de relatos que tuviera como protagonista a
Filiberto García escritos por destacados autores de novela negra. Este Dream Team está conformado por Élmer
Mendoza, Francisco Haghenbeck, Joserra Ortiz, Hilario Peña, Imanol Caneyada,
Iris García Cuevas, Pedro Ángel Palou, el novelista gráfico Ricardo García-Micro y el propio
Bef. Todos ellos dan forma a ¡Esto es un
complot!, editado por Conaculta.
Lo primero que hay que
mencionar sobre esta antología es su edición. Es sencillamente hermosa. Es el
equivalente de un Ferrari en libro. En pocas palabras, de lujo. Ahora bien, más
allá de su presentación gráfica lo importante a final de cuentas es su
contenido. ¿Valen la pena los diez relatos que la conforman (dos de ellos de
narrativa gráfica)? Pues no hay una respuesta fácil a esta pregunta, no sin
entrar en cierta controversia al menos.
La primera sensación
que experimenté al terminar de leer el libro fue perplejidad. Y es que no estaba
seguro de qué debía sentir ante dicho material. Contrario a lo que podía pensarse
no todos los relatos pertenecen al género negro (algunos transitan por los
senderos de lo fantástico, la intriga política y hasta la sátira). Es aquí
donde los admiradores de la obra de Bernal puede que se dividan entre los que
acepten este experimento como una curiosidad y otros que la detesten por
considerarla una ofensa a una vaca sagrada (y ya sabemos lo mucho que a los
mexicanos nos encanta adorar vacas sagradas). Los relatos de Élmer Mendoza, Francisco
Haghenbeck, Iris García Cuevas, Pedro Ángel Palou e Imanol Caneyada son los más netamente ‘negros’
en el sentido tradicional del término y los que a mi juicio recrean más
fielmente a Filiberto, tanto en su pensamiento como en su lenguaje. Los de
Hilario Peña y Bef son los más singulares ya que parten de premisas bastante
curiosas. Peña coloca a García trabajando en un Resort para delincuentes en el
que debe resolver un asesinato. Es un relato muy divertido pero tiene el
problema de que el personaje de Filiberto está muy desdibujado y podría ser
reemplazado fácilmente por cualquier otro personaje. En el caso de Bef es una
historia en la que la mentalidad del pistolero se enfrenta con la mentalidad
moderna políticamente correcta. Divertida aunque su cierre no sea tan redondo.
Los relatos de Joserra Ortiz y Micro no se centran en Filiberto sino que
exploran el universo del Complot...
donde la batuta la llevan personajes como Laski, Graves y Martita. Ésta última protagoniza
el que quizá sea el relato de mayor controversia (no doy detalles, mejor léanlo
y sabrán a qué me refiero).
Entonces vuelvo a
preguntarme: ¿vale la pena esta antología? Y me respondo afirmativamente. Tras
el azoramiento inicial que me causó al no ser lo que esperaba: o sea una
imitación de la novela original y entender que se trata de una apropiación de
dicho universo de ficción y, al mismo tiempo, una carta de amor al personaje de
Rafael Bernal pero siendo fiel al estilo propio de cada autor, es un libro que
se disfruta a tal punto que lo único que lamento de su lectura es su brevedad. Por
todo esto puedo concluir que ¡Esto es un
complot! no es un homenaje pinche sino un ¡Pinche homenaje!
Muy fán del cine antiguo moldes para inyección de plástico
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