Curiosidades (4): "La sombra de Pan", de Sergio J. Monreal



Es curiosa la relación que establecemos los seres humanos con la ficción. Pues aunque sabemos que los protagonistas de los relatos que acostumbramos consumir (ya sean de libros, películas, series televisivas y videojuegos) no son personas reales solemos tomarles aprecio como si de amigos cercanos se tratara. Por ello cuando alguno llega a morir lo lamentamos como si fuera de nuestra familia. Célebre es el caso de Sherlock Holmes a quien su creador, Arthur Conan Doyle, arrojó al fondo de la cascada de Reichenbach para poder embarcarse en otras empresas literarias. No obstante, la jugada no le salió como esperaba y la ira de los lectores lo obligó a revivirlo y continuar narrando aventuras del detective hasta 1927. Pero incluso después de la muerte de su creador, los admiradores del detective seguían hambrientos de más historias. Es así como comenzó una larguísima tradición de pastiches sobre el inquilino del 221B de Baker Street.

Admito que no soy muy afecto a este tipo de textos, pues o son un descarado intento de parte de alguna editorial de aprovechar la fama del personaje para enjaretarte algún libro de bajísima calidad, o bien son producto del fan que se limita a copiar el esquema de las historias del escritor escocés pero sin su encanto. Sin embargo, entre todo ese mar de mediocridad de vez en cuando se encuentra uno con cosas interesantes. Tal es el caso de La sombra de Pan (Ediciones SM, 1997), de Sergio J. Monreal. Una curiosa mezcla de Conan Doyle con otro escritor que igualmente cuenta con su propia legión de continuadores/imitadores: H.P. Lovecraft. A priori parecería que el racionalismo positivista del escocés es incompatible con el horror cósmico del oriundo de Providence, pero de alguna forma Monreal se las ingenia para que la combinación funcione.

La historia comienza, como es costumbre, con Watson y Holmes recibiendo a un visitante en su apartamento de Baker Street. Su nombre es Thomas Godwin y es un antiguo amigo de Watson de su época universitaria. Luego de superar un alterado estado de ánimo, explica que tras abandonar la escuela de medicina se estableció en el condado de Glastonbury junto con otro amigo llamado Cosgrave y Alice Lansdowlles, una mujer galesa que afirma ser descendiente de Lancelot du Lac, el famoso caballero de la corte del Rey Arturo. Después de permanecer algunos años viviendo ahí es testigo de un hecho terrorífico de carácter sobrenatural que lo hizo salir huyendo y buscar la ayuda de su viejo amigo el doctor Watson. A partir de ahí el dúo acepta ayudar a Godwin y parten rumbo a Glastonbury a investigar el caso, iniciando una oscura trama que incluye asesinatos, sectas, brujería, fanáticos religiosos y la aparente presencia de malignas fuerzas ancestrales.

La primera mitad del libro es una narración ciento porciento holmesiana, en la cual el autor logra reproducir con gran acierto el estilo narrativo de Conan Doyle, consiguiendo crear una atmósfera opresiva y misteriosa que a ratos recuerda a El sabueso de Baskerville (su influencia más notoria), dotando al texto de un ritmo vertiginoso en el que se entremezclan muy bien momentos de investigación policial con otros de tensa acción.

En la segunda mitad, por motivos de la trama, Holmes se ausenta y la historia se centra en Watson. Es a partir de este punto que el estilo narrativo cambia y pasamos del policial clásico a un relato totalmente lovecraftiano. El doctor se vuelve el típico protagonista del horror cósmico, el cual se ve rebasado cuando descubre una realidad más allá de su compresión llevándolo casi a la locura. Es en esta parte donde la novela flojea un poco, pues si bien logra crear una atmósfera malsana, nunca consigue ser tan perturbadora como en el autor al cual homenajea, pues se ve imposibilitado de llevar el deliro de Watson hasta sus últimas consecuencias.

El cierre del relato regresa a los derroteros holmesianos con la resolución de la trama principal de asesinato en la cual se explican varios aspectos, aunque se dejan algunos cabos sueltos relacionados con la parte más sobrenatural de la historia. Al principio parecía que ambas vertientes narrativas (policial y horror cósmico) llegarían al final corriendo paralelas sin tocarse con un Watson abrumado por nueva consciencia del mundo y un Holmes completamente escéptico ante los sucesos paranormales vividos. Sin embargo, con gran destreza Monreal resuelve la situación recurriendo al canon holmesiano en un diálogo final que concluye la narración de forma más que satisfactoria.

En conclusión, La sombra de Pan es una muy buena novela-pastiche que recrea con gran acierto los mejores aspectos de las historias de Sherlock Holmes mezclado con el horror cósmico de Lovecraft. Si bien éste no resulta tan conseguido aún así tiene el suficiente interés para atraer a cualquier amante del terror. Divertidísima novela que recomiendo.


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