Curiosidades (8): Crímenes de familia, de Gregorio Ortega.

 


Recuerdo haber escuchado una vez a alguien que dijo que los años noventa fue una época pobre para el género negro/policíaco en la literatura mexicana, pues escasearon obras de dicha índole. Es claro que esa persona es bastante ignorante en el tema pues hay un buen número de obras de esta modalidad literaria. Desde varias novelas del omnipresente Paco Ignacio Taibo II, el desaparecido Juan Hernández Luna cuyo grueso de su novelística policíaca está concentrada, en su mayoría, en dicha década; y por supuesto está Élmer Mendoza cuya primera novela, Un asesino solitario, fue publicada en 1999. A esto hay que añadir a la División del Norte: varios autores septentrionales que crearon una serie de obras de género negro de altísima calidad. Francisco José Amparán (Coahuila), César López Cuadras y Juan José Rodríguez (Sinaloa), Gabriel Trujillo Muñoz (Baja California), Gerardo Cornejo Mendieta (Sonora) y Hugo Valdés (Nuevo León). Además, existen una serie de autores menos conocidos aún que desde el centro del país también aportaron algún libro al conteo, como Juan García Ordoño, Arturo Trejo Villafuerte o el que nos ocupa en esta ocasión: Gregorio Ortega.

Crímenes de familia (Nueva Imagen, 1996), de Gregorio Ortega, es una obra peculiar para su tiempo, pues en vez de continuar la tendencia del noir, que sigue vigente en las letras nacionales hasta el día de hoy, su autor se decantó por el thriller. La historia comienza con su protagonista, Carlos Castañeda, saliendo de la Secretaría de Gobernación tras recibir una oferta de esas que no se pueden rechazar. A partir de este punto, Castañeda comienza a narrar su historia: desde sus humildes inicios en los cuales empezó como un delincuente de poca monta buscando salir de la pobreza extrema hasta llegar a ser un sofisticado asesino a sueldo de talla internacional.

Lo primero que hay que destacar es lo extremadamente bien escrita que está la novela. Con una prosa pulcra y fluida que te atrapa desde las primeras páginas. A esto hay que añadirle una estructura no lineal, en la que hay constantes virajes temporales y diferentes narradores, pues unos capítulos están contados en primera persona y otros en tercera. El manejo del suspenso también es magnífico, teniendo pasajes que te mantienen en tensión constante y te impiden soltar el libro. En general, es una novela con bastante riqueza estilística. Otro aspecto interesante es que, aunque la mayor parte del relato se enfoque en Carlos Castañeda, tras bambalinas se sugiere una oscura trama política en la cual el gobierno extorsiona al protagonista, quien en el presente de la novela se encuentra retirado, para que ejecute un crimen político a cambio de no revelar su pasado como asesino a sueldo. Nunca se aclara en qué consiste el “contrato”, pero por la época y algunos comentarios de ciertos personajes no resulta descabellado especular que se trata del asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, acaecido dos años antes de la publicación del libro, ya que siempre se ha considero al magnicidio como un “crimen de familia” (en alusión a que fue gente de su propio partido quien lo mandó asesinar).

No obstante, la novela no es perfecta y carga con un problema que le impide ser una obra redonda. Se trata de su protagonista, quien se nos presenta como un tipo culto y sofisticado que visualiza el asesinato como una de las Bellas Artes, lo cual nos remite de inmediato a Roberto de la Cruz, personaje principal de Ensayo de un crimen de Rodolfo Usigli y que claramente influyó en la creación de Carlos Castañeda. No obstante, este último no logra ser tan profundo e interesante como el personaje que lo inspira. Cuando le da por reflexionar sobre su trabajo como asesino a ratos resulta incluso hasta cargante. Esto conlleva otro problema, pues en su afán de demostrar la cultura y sofisticación de su personaje, el autor hace alarde de conocimientos especializados, como la filatelia, dando largas y minuciosas explicaciones sobre el tema que frenan la acción y el ritmo de la novela y que en realidad no se sienten necesarias. Simplemente es el escritor mostrando que investigó (o que sabe) mucho sobre el tema.

Pese a todo, recomiendo la lectura de Crímenes de familia. Es una novela muy bien escrita, que quizá no le alcanza para ser considera un clásico del género o una joya oculta, pero es interesante hasta por lo diferente que es en comparación de otras obras de su época. Un efectivo thriller que merecería mayor difusión.

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