Un gato vago y sin nombre, de Ana Romero. Teen Noir
Uno de los
más grandes placeres de un lector es ir a las librerías de viejo. A diferencia
de las librerías convencionales, donde las mesas de novedades casi te saltan
encima tratando de venderte la novela de moda o el sesudo reportaje del momento
sobre el crimen organizado, acá es como explorar una selva de papel amarillento
y portadas descoloridas. Ediciones fuera de circulación que no tratan de apelar
al consumismo sino a la curiosidad. Además, sus precios accesibles (a menos que
vivas en la Ciudad de México), te permiten arriesgarte con libros que
normalmente no comprarías a precio completo. Eso mismo me ocurrió hace unas
semanas, cuando me topé una novela titulada Un
gato vago y sin nombre, escrita por Ana Romero. Su sinopsis me adelantó que
se trataba de una novela policíaca, pero había algo que no cuadraba. Por alguna
razón el diseño de la portada, donde se muestra parte de la fachada de un hotel,
con letrero neón incluido (una imagen clásica del noir), no me transmitía que
fuera una historia policial. Y al abrirlo descubrí que se trataba de una novela
de corte juvenil que pretendía ser una especie de homenaje el cine clásico
norteamericano, en especial, al cine negro. ¿Una novela noir juvenil? Como
dije, bajo otras circunstancias habría dejado el libro en la estantería y continuado
con mi vida, pero la extraña mezcla me intrigó y el precio ridículamente barato
al que estaba el libro decidieron la cuestión. Y gracias a eso, tenemos esta reseña.
La historia
inicia cuando el protagonista, un joven nerd de 17 años (del cual jamás sabemos
su nombre), tras salir de una fiesta se topa en la calle con una mujer
completamente borracha. Una despampanante rubia platino como sólo las había
visto en las películas a blanco y negro con las que se encuentra obsesionado. Llevado
por sus fantasías adolescentes decide ayudarla y es así como se ve involucrado
en una trama criminal, en la que termina siendo sospechoso del asesinato del
millonario Roberto Valtierra, esposo de Linda Valtierra, la mujer que acaba de
conocer. Por tal motivo debe iniciar su propia investigación para limpiar su
nombre.
El argumento
es bastante básico, pero es totalmente a propósito. Es decir, se trata de la
clásica historia de asesinato de un hombre rico donde los miembros de su
familia son los principales sospechosos. Pero el giro está en el protagonista.
En vez de un detective hard-boiled clásico, tenemos a un adolescente atolondrado.
Lo cual le permite a su autora subvertir y hasta satirizar ciertos tropos del
género, pues debido a sus limitados recursos debe ingeniárselas para que el
improbable detective avance en su investigación. Claro que esto genera ciertos
problemas de los que hablaré más adelante. Sin embargo, en términos generales
la historia que te narra la novela funciona y mantiene tu interés hasta el
final. Además, pese a su tono juvenil, no descuida la parte noir al introducir
de fondo una denuncia a la corrupción empresarial y periodística del país.
En cuanto a
nivel técnico, he decir que la novela tiene una prosa notable que potencia
bastante los pasajes más dramáticos del libro. Lo único que no me convence es
cuando trata de homenajear el estilo socarrón de la narrativa en primera
persona de Raymond Chandler, pues considero que no termina de cuajar. Cuando se
aleja de él la novela gana muchos puntos.
Sin embargo,
el verdadero punto alto del libro son sus personajes. Por un lado, están los
que funcionan de apoyo del protagonista: su madre y una Drama Queen llamada Loli. Ambas mujeres están bien caracterizadas y
resultan carismáticas y son importantes para el desarrollo de la trama, pero
hay poco más que decir de ellas. Otro personaje secundario es el del comandante
Arturo Balderas, quien oscila entre el papel de antagonista y aliado. Se trata
de un tipo honesto y determinado a hacer justicia. Es quizá el personaje más
inverosímil debido al contexto mexicano, pero es una licencia de la autora que
se perdona debido a la naturaleza juvenil de la novela. No obstante, el plato
fuerte son la familia Valtierra: Linda, Tito y Rocío. Linda cumple bien con su
rol de femme fatal, cuya belleza y
sensualidad sólo trae desgracia, tanto a los hombres a su alrededor como a sí
misma. Y cuando cae la careta de ese rol, descubrimos un personaje trágico y
muy humano. Otro tanto ocurre con Tito y su hermana Rocío, ambos hijos de la
víctima. Él es un joven calavera, enemistado a muerte con su padre y precedido
de una fama de delincuente que le hizo ganarse los apodos de Hijo de Perra y Príncipe de la Tinieblas. Pero detrás de ello se encuentra un
hombre solitario, destrozado por el abandono de un ser querido y que ya sólo
busca la muerte. Rocío, por su parte, muestra la imagen de una mujer piadosa y filántropa,
dedicada por entero a su padre; pero detrás de ello, se esconde un ser consumido
por la amargura. Estos tres personajes elevan el tono de la obra a niveles de
tragedia casi shakespeariana.
Donde sí tengo
problemas es con su protagonista. No me malentiendan, me parece un buen
personaje. Como todo héroe de novela juvenil, empieza siendo un protagonista
totalmente improbable, sin ninguna clase de habilidad para sortear la aventura
en la que se ve envuelto. Pero conforme ésta avanza, sufre una evolución en la
que vemos poco a poco su crecimiento hasta llegar a la madurez, que en el caso
de esta historia se simboliza en su cumpleaños número 18 al final del libro. Lo
que resulta inverosímil es que un adolescente de 17 años demuestre un nivel de
cultura cinéfila tan amplia (sobre todo de cine “viejo”), pero incluso eso
puedo dejarlo pasar. Lo que de verdad me hizo ruido casi todo el libro es la
voz del personaje, quien además de ser el protagonista también es el narrador, y
que muchas veces suena demasiado adulto. Se puede argumentar que la novela está
contada en retrospectiva por la versión adulta del protagonista, pero nunca se
especifica en el libro. Además, el problema de poner a un personaje adolescente
fungiendo de detective en este tipo de historia, es que la autora debe forzar muchas
situaciones e, incluso, recurrir directamente a las casualidades para que la
trama avance y eso me sacó de la experiencia en cierto momento.
Pero a pesar de todo, debo decir que la novela me ha encantado. Está muy bien escrita y narrada con muy buen ritmo. La lectura se pasa volando. Pese a que no pertenezco a la demografía a la que apunta, disfruté mucho de su argumento y sus personajes. Por improbable que parezca, consigue que la mezcla de tono juvenil y noir funcione perfectamente (es más noir que muchas novelas “serias” que ostentan dicha etiqueta en su portada). En mi opinión, cumple su cometido como obra para introducir a los jóvenes a la lectura y, además, cualquier lector avezado del género puede disfrutarla, siempre y cuando se permita hacerle ciertas concesiones. Altamente recomendada.
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