Curiosidades (14): Tres crímenes y algo más, de Juan García Ordoño

 


Aunque la literatura policíaca mexicana lleva existiendo desde los años treinta, lo cierto es que a diferencia de otros países han sido pocos los autores que se han atrevido a escribir una serie de novelas protagonizada por un mismo detective. María Elvira Bermúdez y Rafael Bernal tienen múltiples relatos protagonizados por Armando H. Zozaya y Teódulo Batanes, respectivamente, pero sólo una novela cada uno. El primero en hacerlo con éxito fue Paco Ignacio Taibo II con su detective “independiente” Héctor Belascoarán Shayne, con una saga de diez libros. Los únicos otros dos autores mexicanos en tener una serie larga son Élmer Mendoza con el detective Edgar “Zurdo” Mendieta, compuesta de seis títulos y Gabriel Trujillo Muñoz con nueve de la saga de Miguel Ángel Morgado. Del resto de escritores nacionales que lo han intentado raro es el que pasa de dos novelas. Un buen ejemplo de esto es Juan García Ordoño, quien a principios de los años noventa escribió una trilogía protagonizada por el detective privado Juan Caballero Urrutia, cuya primera aventura es Tres crímenes y algo más (Promexa, 1992).

En esta novela Juan Caballero Urrutia es contratado por el empresario Jesús Díaz para un asunto peculiar. El socio y cuñado de Díaz, Antonio Benavidez, fue asesinado y éste teme que la policía lo culpe del crimen por ser quien más se beneficia de su muerte. Por ello contrata al detective para que le ayude a desviar las sospechas hacia otra parte. Al principio, Caballero se muestra reticente, pero cuando escucha que el encargado del caso es Carlos Guajardo, un corrupto comandante de la policía judicial con quien el detective ha tenido varios choques en el pasado, acepta ayudar al empresario. A partir de ahí, Caballero Urrutia se ve involucrado en una turbia trama de corrupción y narcotráfico en la que más temprano que tarde se van apilando los cadáveres.

En esta novela ya se dejan ver los graves defectos que tendrá toda la saga del detective Juan Caballero Urrutia (los otros dos títulos Apariencias engañosas y De Madrid al cielo ya fueron analizados con anterioridad en este blog). En primer lugar, su protagonista es un tipo cuyo compás moral es bastante cuestionable y no es lo suficiente interesante o carismático para compensarlo, por ello resulta muy difícil empatizar con él. En segundo lugar, el argumento es sumamente básico y mal construido, pues en ningún momento se percibe que el protagonista haga algo para que la trama avance, las cosas simplemente pasan y el detective es un espectador pasivo de todo. A esto hay que añadirle que, a pesar de ser una novela relativamente corta, se siente que tiene algunos capítulos de relleno (un mal presente en los tres libros). Quizás el único rasgo rescatable en esta novela, y sus secuelas, es el retrato del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, en la que se muestra veladamente el rápido ascenso económico de la clase empresarial mexicana gracias a las reformas neoliberales del gobierno priísta y a su contubernio con los cárteles de la droga, que en la década de los noventa resultaba cada vez más evidente.

No me gusta repetirme, pero este libro tiene problemas que están presentes en toda esta serie de novelas y que van aumentando gradualmente. Tres crímenes y algo más es un buen resumen de todos ellos: protagonista gris e irrelevante y tramas mal armadas y que deben recurrir al relleno para poder alargarse por falta de contenido. Más allá de su valor histórico dentro del género en México y como testimonio de una época crucial en nuestra historia nacional, resulta una novela tan desangelada e irrelevante como su protagonista.


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