Curiosidades (15): Ciudad espejo, ciudad niebla, de Gerardo Porcayo
Una gran tragedia de la Literatura es cuando un autor
logra destacar con una sola obra o en un único género y el resto de su obra que
no se enmarca dentro de dichos parámetros queda inevitablemente opacada por sus
creaciones más populares. El más claro ejemplo de esto es Arthur Conan Doyle,
cuya máxima creación, Sherlock Holmes, condenó casi al olvido a su muy copiosa
obra restante. Algo parecido sucede con Gerardo Horacio Porcayo, escritor
morelense que es mayormente conocido por sus obras de Ciencia Ficción: es autor
de La primera calle de la soledad,
libro que se considera la primera novela Cyberpunk
de Latinoamérica. Lo que muchos no parecen recordar es que su segunda novela, Ciudad espejo, ciudad niebla (Selector,
1997), pertenece al género policíaco.
Este libro nos narra las peripecias de Próspero
Carreón, un hombre devastado por la infidelidad de su esposa y el posterior
divorcio. Por ello decide abandonar su pequeño pueblo en Guerrero y mudarse a
la ciudad de Cuernavaca para empezar una nueva vida como detective privado. Su
primer caso es investigar a una joven universitaria llamada Azucena Martínez
para determinar si no anda “en malos pasos”. Sin embargo, la cosa rápidamente
se complica cuando se involucran una banda de traficantes de drogas encabezada
por un siniestro comandante de la policía judicial.
Esta novela tiene dos fortalezas. La primera es su
protagonista, Próspero Carreón. Resulta palpable que el modelo para este
personaje fue Héctor Belascoarán Shayne, personaje de Paco Ignacio Taibo II,
pues ambos son seres melancólicos, reflexivos y tenaces, ya que una vez inician
un caso no lo abandonan hasta resolverlo; los dos son seres que llevan a
cuestas una marginalidad a la que ellos mismos se han condenado por elegir el
oficio de detective privado en un país donde supuestamente no existen (una
metáfora de las personas que eligen no creerse la simulación de la justicia que
en este país trata de pasar por verdadera). Sin embargo, difieren en cuanto a
carácter: Belascoarán es más racional, apacible y abstemio; mientras que
Próspero resulta mucho más violento, impulsivo y alcohólico. Además, el
detective morelense se distancia del chilango en que es incapaz de soltar el
pasado. Para él, éste es una herida abierta que continúa atormentándolo. La
segunda fortaleza del libro es su atmósfera y su ambientación cuasi gótica.
Cuernavaca deja de ser “la ciudad de la eterna primavera” y se vuelve una urbe
oscurecida y fría a causa de una lluvia constante y a su aire de podredumbre
moral que se esconde bajo su maquillaje de destino turístico. Un lugar maldito
lleno de asesinatos, tráfico de drogas, secuestros y extorsiones.
La novela está escrita con una prosa poderosa que
contribuye muy bien a construir esa atmósfera siniestra que buscaba su autor.
Además, posee un argumento muy bien hilado, manteniéndote todo el tiempo
interesado en lo que sucede hasta el final. Tiene un cierre ambiguo que, sin
embargo, resulta bastante satisfactorio debido al contexto del libro. Los
personajes secundarios en general están bien escritos y definidos, pero no
resultan tan memorables como el protagonista y el gran antagonista, Rodolfo
Quiñones. El judicial es un ser siniestro, sádico y manipulador, que juega con
el detective como un gato con un indefenso ratón. Un depredador desalmado e
implacable que no parece ser humano.
En conclusión, Ciudad
espejo, ciudad niebla es una gran novela, una joya oculta que vive a la
sombra del resto de la obra de su autor, un referente de la ciencia ficción, y que merecería mayor atención tanto de la crítica como de los lectores. Le urge
una nueva edición para que llegue a muchas más personas.
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