La novia gitana, de Carmen Mola. Noir light.
Pues con el
escándalo de la entrega del más reciente Premio Planeta, me ganó el morbo y
terminé leyendo La novia gitana, de Carmen Mola (que ahora sabemos es la
careta tras la cual se esconden tres autores: Jorge Díaz, Agustín Martínez y
Antonio Mercero). Es un buen thriller policíaco, muy entretenido y de lectura
ágil que sabe atrapar al lector.
No obstante,
considero que es una oportunidad desperdiciada. La novela te plantea temas
interesantes que luego no desarrolla: la presencia de la comunidad gitana en
España y su conflictiva relación con el resto de la sociedad; la diferencia
entre la ley y la justicia, y los espacios grises entre ellas; las deficiencias
y politiqueos que ocasionan que el aparato judicial español no funcione bien y que
puede conducir a inocentes a la cárcel. Hubiera podido ser una muy interesante
radiografía de la España contemporánea, pero sólo se quedó en una postal difusa.
Podría obviar
su superficialidad gracias a que su argumento es interesante y bien llevado,
pero lo que me saca un poco de la experiencia son sus personajes, que son muy tópicos,
pero el que se lleva el premio es la protagonista, la inspectora Elena Blanco,
la cual es un clon mal disimulado de Temperance Brennan, de la serie Bones.
Ambas son mujeres exitosas en su profesión, la cual realizan más por vocación que
por la paga a fin de mes (Blanco pertenece a una familia acaudalada y Brennan
es una escritora de éxito). En su pasado perdieron a un familiar a manos de un
criminal en circunstancias nunca aclaradas, hecho que en el presente las sigue
atormentando y las impulsa a pelear por traer justicia para que nadie sufra lo
que ellas. Incluso a ambas les gusta ir a cantar a un karaoke. Quizás Blanco resaltó
muy negativamente porque mi lectura inmediatamente anterior fueron las novelas
de Olga Lavanderos, de Paco Ignacio Taibo II, que si bien son obras menores, su personaje
central tiene todo el corazón que le falta a la inspectora madrileña. Del
asesino ritual no hay mucho que comentar. Es igualmente superficial, pero escribir
este tipo de personajes es muy complicado y la verdad casi nadie lo hace bien,
así que puedo ser indulgente en este aspecto. Lo que si me reventó fue el
último capítulo, por restregarte en la cara un cliffhanger que había sido
planteado capítulos atrás. Pensé: “Compas, ya había captado que este cabo
suelto es la base para una continuación, no hay necesidad que me traten como pendejo”.
En fin, lo que puedo decir a manera de conclusión es que La novia gitana es un producto funcional, escrito para lectores poco exigentes que sólo quieren pasar un buen rato. Yo no tengo problemas con este tipo de libros, sé que función cumplen en el mercado e incluso puedo disfrutarlos de cuando en cuando, como sucedió con éste. Pero se no traguen las patrañas de Alfaguara de que esto es gran literatura, porque no es así. Sólo es noir light deslactosado y libre de gluten.
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