¿Dónde estás, corazón?, de Lorenzo Lunar. La subversión de dos arquetipos del noir.

 


Es indudable que en la actualidad la figura más importante de la literatura cubana fuera de la isla es Leonardo Padura, gracias a grandes a obras como El hombre que amaba a los perros (Tusquets, 2009) y la serie de novela negra protagonizada por Mario Conde. Esta preponderancia del oriundo de La Habana da la sensación de que el género negro en Cuba se limita sólo a él. No obstante, la isla del caribe tiene una considerable tradición en dicha modalidad literaria y un buen ejemplo es el de Lorenzo Lunar, con novelas como ¿Dónde estás, corazón? (Nitro/Press-Artificios, 2018), una obra notable que se atreve a jugar con algunos de los tropos del noir e incluso subvertirlos.

La denominada novela negra (también llamada hard-boiled o noir), nace en los años veinte en las revistas de ficción popular o Pulp Fictions, tales como Black Mask o Dime Detective, dentro de las cuales surge la figura del detective duro y violento, que resolvía los casos gracias a los puños, el revólver y una suerte de sabiduría callejera producto de su experiencia recorriendo los bajos fondos de la sociedad; en contraposición con el detective híper-racional y positivista como Sherlock Holmes. Estas obras tenían como “target” un público masculino adulto y de clase trabajadora, por lo cual la representación de la figura femenina es bastante cuestionable desde la perspectiva moderna. El mejor ejemplo es el segundo arquetipo más representativo de la novela negra: la femme fatale.

Aunque la mujer fatal nace también en el papel de pulpa, su ascenso como icono cultural se da en el celuloide. Con el estreno de El halcón maltés (John Houston, 1940) se inicia una nueva corriente cinematográfica en Hollywood denominada como Film Noir (Cine Negro), historias de crímenes, con una estética heredada del expresionismo alemán y un marcado tono sombrío y desesperanzador. Esto se debe a que durante la Segunda Guerra Mundial los hombres estadounidenses fueron enviados al frente, por lo cual ante la falta de fuerza laboral se recurrió a las mujeres para que ocuparan su lugar. Al finalizar el conflicto, los soldados norteamericanos regresaron y se encontraron con que sus mujeres abnegadas y sumisas habían probado la libertad e independencia financiera, por lo cual ya no querían volver a su anterior rol como amas de casa. Esto generó un shock en los veteranos de guerra, el cual se vio reflejado en el cine. La femme fatale en el cine es el resultado de dicho trauma: mujeres traicioneras y que manipulaban a los hombres con su desbordante sensualidad con tal de obtener sus fines egoístas, sin importarles conducir a un pobre incauto a su propia destrucción. Pese a la obvia misoginia de dicho arquetipo, se volvió muy popular gracias a las grandes interpretaciones de actrices como Mary Astor, Lauren Bacall, Bárbara Stanwyck o Lara Turner.

Lorenzo Lunar claramente conoce todos estos tropos a los que he hecho alusión, los asimila y plasma en su novela. En primer lugar tenemos al protagonista, el capitán Morales, el mejor sabueso del Ejército Revolucionario de Cuba. Un veterano de la Revolución Cubana, la guerra en Angola y varias campañas más. Tipo duro e implacable a la hora de cazar a los desertores de las fuerzas armadas revolucionarias. Sin embargo, titubea cuando su jefe lo comisiona para buscar a un desertor que sirvió bajo sus órdenes, ya que al ver la fotografía descubre que se trata de su antiguo amante, llamado Jorge y al que él conocía con el cariñoso apodo de “Tati”. Así, desde la primera página tenemos una primera subversión del noir tradicional, pues el duro detective cubano resultó ser homosexual (bisexual en realidad, pues más adelante Morales mostrará atracción también por mujeres), quien vive añorando a Tati tras su repentino abandono. Por lo cual su auténtica motivación para llevar a cabo el encargo es reencontrarse con su amante y averiguar por qué lo dejó botado. La deconstrucción continua conforme avanza la historia y descubrimos más del pasado del capitán, pues aunque es cierto que estuvo en múltiples guerras jamás entró en combate en ninguna de ellas, limitándose a realizar labores logísticas (era encargado del almacén de suministros) y logró ascender gracias a sus relaciones con otros militares y no por alguna hazaña bélica.

Pero quizá la subversión más interesante es la de la femme fatale, ya que en esta novela quien cumple ese rol es Tati. Este personaje es la definición de “rostro de ángel y corazón de demonio”. Nos es introducido como un joven hermoso, delicado y con marcadas sensibilidades artísticas. Todo lo contrario a la idea que se tiene de un soldado. Es por ello que Morales inmediato lo protege pues considera que alguien tan frágil como él no sobrevivirá en el rudo ambiente militar. Por ello lo ubica en un alejado puesto de vigilancia y gracias a sus privilegios como oficial lo llena de comodidades. Todo con el fin de acostarse con él, lo cual consigue. Sin embargo, después de un tiempo Tati es reubicado en otra unidad y abandona a Morales sin despedirse. Conforme avanza la investigación del capitán vamos conociendo más aspectos del joven y descubrimos que no es la blanca paloma que aparenta, sino un tipo astuto y calculador que se vale de su encanto para obtener lo que quiere. Y cuyas acciones terminarán por conducir al capitán Morales a su perdición.

Esta subversión resulta más marcada cuando se contrasta con el resto de los elementos de la novela, en los cuales el autor se apega firmemente a los cánones del género negro. Lunar construye una atmósfera sórdida y decadente, al llevarnos de la mano del capitán Morales a visitar desde los bajos fondos de La Habana hasta las zonas más exclusivas reservadas para los turistas ricos. Y como toda novela noir que se precie denuncia la corrupción social e institucional, con un cierto dejo de humor irónico. Todo esto lo logra con una prosa poderosa, que encadena las palabras con la fuerza y cadencia de una ametralladora Thompson.

Resumiendo, ¿Dónde estás, corazón?, de Lorenzo Lunar es una excelente muestra de la novela negra latinoamericana en general, y cubana en particular, al construir una historia sencilla pero contundente, que evoca a los grandes clásicos del género al mismo tiempo que subvierte dos de sus tópicos más socorridos. Lo que la vuelve una lectura bastante interesante tanto para los amantes del género como para cualquier otro lector.

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