Serie negra (I): Noir a la mexicana: El complot mongol, de Rafael Bernal



Agonizan los tumultuosos años sesenta. El mundo no se ha recuperado de ese fatídico 1968 y la sombra de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos mantiene en la incertidumbre al mundo entero. Es 1969 y en México ve la luz un libro insólito en la narrativa nacional, titulado El complot mongol. Insólito porque no entraba en ninguna de las modas literarias de la época; no tenía nada que ver con los experimentos de la llamada Literatura de la onda, ni tampoco era hijo del  Boom latinoamericano. Sus antecedentes se encontraban en otra parte, al otro lado del río Bravo, en la tradición literaria “negra” instaurada décadas atrás por los norteamericanos  Dashiell Hammett y Raymond Chandler. México atestiguaba el nacimiento de la literatura de género negro “a la mexicana”, de la pluma de Rafael Bernal.  

El complot mongol (Joaquín Mortiz, 1969), nos cuenta la historia de Filiberto García, un pistolero al servicio del gobierno, ex revolucionario, el cual se ve envuelto en la investigación del rumor de un supuesto atentando contra el Presidente de los Estados Unidos en una visita a México, cuyo origen se inicia en la Mongolia Exterior y perpetrado por supuestos agentes de Mao Tse Tung. Es asignado al caso debido a sus contactos con la comunidad china en la calle de Dolores, ciudad de México (y que en realidad se limitan a partidas de póker y a solaparles sus fumaderos de opio). Debido a las implicaciones internacionales  de dicho asunto se ve obligado a hacer equipo con un agente norteamericano del FBI y un agente ruso del Servicio Secreto Soviético (KGB, aunque nunca se dice explícitamente), cuyos objetivos reales no son muy claros. Todo ello aderezado con chinos misteriosos, una dama en apuros, muchos tiros e intriga “hecha en México”.

Aún cuando El complot mongol navega en las aguas del Thriller (muy en boga en dicha época por las novelas de Ian Fleming sobre James Bond), la novela pertenece al género negro. No sólo mantiene ese aire lúgubre, dónde el ambiente urbano (la ciudad de México) se convierte en un personaje más, sino que su protagonista es un anti-héroe, cínico y desencantado, pero con una visión muy lúcida del México de la época: 

Matar no es un trabajo que ocupa mucho tiempo, sobre todo desde que le estamos haciendo a la mucha ley y al mucho orden y  al mucho gobierno. (…), y yo digo que la ley es una cosa que está ahí para los pendejos. (…) Y ¡pinches leyes! Y ahora todo se hace con la ley. De mucho licenciado para acá y licenciado para allá. (…) No, para hacer esto se necesita tener título. Antes se necesitaban huevos y ora se necesita título. (…) Nosotros (los licenciados) estamos edificando México y los viejos para el hoyo. Usted para esto no sirve. Usted sólo sirve para hacer muertos, muertos pinches, de segunda. Y mientras México progresa. Ya va muy adelante. Usted es de la pelea pasada. A balazos no se arregla nada. La Revolución se hizo a balazos. ¡Pinche Revolución! Nosotros somos el futuro de México y ustedes no son más que una rémora. Que lo guarden allí, dónde no se vea, hasta que lo volvamos a necesitar. Hasta que no haya que hacer otro muerto, porque no sabe más que de eso. (El complot mongol, Págs. 9 – 12).  

De esta manera el personaje de Filiberto García se erige dentro del texto como una conciencia crítica de esa idea del “México moderno”, que los gobiernos priístas querían vender a los ciudadanos y al exterior del país. Al mismo tiempo, Filiberto es una metáfora de ese viejo sistema represivo nacido de los gobiernos post revolucionarios y que nunca abandonó el partido oficial, sino simplemente  lo ocultó bajo la consigna del respeto a la ley, sólo sacándolo a relucir cuando resultara conveniente (o necesario). Asistimos a una representación clara y cruda de la “Guerra sucia” muchos años antes de que se acuñara dicho título.

Además de su crítica corrosiva, la obra rescata como pocas veces el lenguaje popular mexicano. Así en boca de Filiberto siempre encontramos el consabido “pinche” para describir prácticamente a todo, lo que muestra claramente su postura ante el mundo. Un mundo de apariencias en las que él, un hombre directo, violento, está totalmente fuera de lugar. Cómo lo estuvo la novela misma durante décadas, perdida para el gran púbico y únicamente valorada por los escasos lectores y los aún más escasos cultivadores locales del género, como Paco Ignacio Taibo II, máximo representante de la literatura policiaca mexicana, quién admite que es una de sus principales influencias en su obra. Novela fundamental para entender el posterior devenir de la narrativa de género negro en México y un deleite literario por sí misma.

Comentarios

  1. eres la onda luis. me puse a buscar el comic después de leer, creo que lo perdí con el frio de diciembre.

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  2. http://cafeconaromaaverso.blogspot.com/

    Cambie de dirección

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